Mclean tejada era un “viejevo” dominicano que le “sumbaba el coco”, y quien, dentro de su mundo de alucinaciones, se atribuía virtudes especiales como compositor-arreglista, cantante, músico y jugador de pelota.
Era hiperactivo, ronco, hablador y poseedor de un tono de voz estridente. Por eso, todavía retumban en las pobladas esquinas de su barrio Baracoa, de Santiago, aquellos pronunciamientos sobre sus posibilidades económicas porque era retirado de los Estados Unidos.
En una ocasión, de manera imprevista, pudo hablar con una destaca periodista que estaba de visita en su sector, a quien, de inmediato, le compuso una canción que tituló “El Braguetudo”, la cual interpretaba con su eterna compañera, una vieja guitarra negra con dos cuerdas.
En realidad, su espectáculo era muy interesante. Cuando cantaba desafinaba más que un “gallo mañanero” y dejaba entrever la carencia de algunos molares que se habían esfumado de sus rojizas y cansadas encías.
Sus alabanzas eran tan sublimes, que en una ocasión dijo era mejor guitarrista que Luis Segura, Luis Vargas, Anthony Santos, que el mexicano Santana y el boricua Yomotoro.
Y agregaba que cuando estaba estimulado por unos tragos, en buen dominicano, de ”ron lava-gallo”, entonaba mejor sus canciones y podía ”acariciar” con más precisión su querida “Morena”, es decir, a su guitarra.
No se cansaba de hablar sobre sus cualidades excepcionales, pero, como era conocido por sus ocurrencias, sus alabanzas pasaban desapercibidas entre los vecinos del sector, quienes, en la mayoría de los casos, reían a carcajada.
Pero una de sus hazañas más recordadas ocurrió en la Ciudad Deportiva, un campo de béisbol que está ubicado en el respaldo del Estadio Cibao.
Allí, en presencia de una asistencia muy nutrida de fanáticos, se desarrollaba un partido de pelota entre el Equipo de Baracoa y el Equipo del Club Yolo Pérez de La Joya.
Mclean, desde la gradería pedía a gritos que su equipo de Baracoa le permitiera un turno al bate para él demostrar sus condiciones de pelotero, solicitud que fue atendida a regañadientes por el manager.
En efecto, se acomodó con un bate 38 en el home play y al primer lanzamiento conectó un batazo largo que alcanzó la categoría de “home run”, es decir, de cuadrangular.
La multitud estaba frenética por el batazo, impávida, pero rápidamente se decepcionó cuando Mclean comenzó a correr al revés, es decir, por la raya de la tercera base cuando debió hacerlo por la de primera.
Finalmente, terminó su recorrido en sentido contrario, se deslizó en el “home” pero fue puesto out por el árbitro.
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