La
Periodista Bélgica Suárez
“tronó”
en la clase periodismo
Anécdota
Por Ramón Lora
• La clase sabatina del profesor Juan José de
La Cruz había
comenzado y la belleza de la periodista Bélgica Suárez sobresalía en el montón
de estudiantes que recibían docencia en una de las aulas de la Universidad
Tecnológica de Santiago (UTESA), en el año 1981.
Era antropología, una materia común para
estudiantes de diferentes carreras, principalmente, de comunicación social,
psicología, sociología, educación, derecho, entre otras.
En el grupo, muy nutrido, había un
estudiante de comunicación social, el periodista Roberto Brito, quien
representaba al periódico La
Noticia en Santiago, quien, al parecer, disfrutaba de algunos
privilegios docentes.
Era un educando muy sui géneris, pues,
tenía muchas ausencias, cuando asistía llegaba tarde, no participaba en los
debates académicos, tampoco realizaba trabajos de investigación y tomaba pocos
exámenes, pero “obtenía” las mejores calificaciones, excelentes, en ocasiones.
Estas concesiones habían provocado enojo a
la periodista Bélgica Suárez, también estudiante de comunicación social, quien
ya había manifestado su inconformidad a algunos de sus compañeros.
Tal como se esperaba, antes de terminar la
docencia se “armó” el “reperpero”. Bélgica, una multaba elegante, de “cabello
bueno”, se acomodó su melena para atrás, sus
ojos grandes y hermosos se agradaron, se paró de su asiento y exclamó:
-Permiso, profesor-
-Dígame, distinguida – le contestó.
-Aquí
hay un estudiante que no estudia y tiene las mejores notas”, dijo Bélgica.
-Quien
es- le preguntó el profesor.
Bélgica, de manera muy disimulada y
haciendo muecas con su boca señaló a Roberto Brito que estaba sentado delante
de ella, a quien los estudiantes llamaban el “artista”, porque “repartía”
muchos abrazos, besos y sonrisas.
Ante el señalamiento tácito, el profesor de
La Cruz , cuya
principal característica era una barba negra muy copiosa y unos espejuelos
circulares de pasta negra, sonrió y le expresó:
-Señorita, esas
son cosas de periodistas- .
Bélgica lo miró
fijamente a la cara y expresó:
-Bueno, si es
así, yo espero que todos pasemos la materia- .
Después de este “reventón verbal”, Bélgica,
en compañía de sus amigos más cercanos, Ramón Lora, Narciso Pérez y Osvaldo
Nelson Hernández, también estudiantes, se dirigieron a la lechonera Milito donde
disfrutaron de los famosos chorizos, las butifarras y del tradicional moro
negro.
Días después, en el mural de la
universidad, aparecieron las notas publicadas y, ciertamente, casi todos
aprobaron la antropología.
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