Ha
muerto Picotazo: Un periodista
de
línea dura, rebelde y contestatario
• Por Ramón Lora
SANTIAGO, República
Dominicana.-No sé por qué,
pero en vez de informar sobre su fallecimiento, prefiero recordar algunas
hazañas, históricas y rebeldes, de Max Rodríguez (Picotazo), aquel periodista y locutor de línea dura, soberbio, que
en múltiples ocasiones expuso su vida por defender a sus colegas y a la sociedad.
Ya sabemos que murió la madrugada de este sábado 11 de noviembre del 2017.
Pues bien, ¿y quién era Picotazo ?...Era un gran
profesional, de buen conversar, hiperactivo, bocón, tribuno,
polifacético y de una dicción sui géneris. Para él, el periodismo era sinónimo de
denuncias.
Por eso, todavía retumban en los
estudios de Radio Norte y en las cabezas de sus compañeros de trabajo, aquellos
discursos, conmovedores y alarmantes, que pronunciaba en la emisión cotidiana
de su noticiario la Opinión Ciudadana y Sus Picotazos que se difundía por esa
estación de 11:00 a 12:00 de la mañana.
Durante su jornada periodística, que
ejercicio con firmeza y sin temores en Santiago, La Vega, Santo Domingo y el
extranjero, mantuvo su actitud de denuncias contra los sectores de poder,
represivos y las injusticias.
A ese tenor, vale enumerar algunas de
sus acciones, recordemos, a ver: En una ocasión, en la década del 70, durante
un almuerzo navideño convocado por la Universidad Católica Madre y
Maestra, los periodistas comenzaron a
entrevistar a su rector Monseñor Agripino Núñez Collado.
Cuando le tocó el turno a Max, como le llamaban a Picotazo sus amigos más cercanos, él, quien ya estaba estimulado por
unos tragos, mirando a Monseñor, cara a cara, le dijo: Usted y la UCMM son los
culpables de que la UASD no se haya instalado en Santiago. “Cojollos”, dijo,
que era una de sus expresiones favoritas. Monseñor quedó estupefacto, los
presentes se veían y ahí terminó el encuentro.
Y en San José de Las Matas, sí, allá en
la sierra, el periodista José Jáquez, corresponsal de su noticiario, tenía su
vida en peligro. La Policía lo buscaba para darle el último adiós por sus ideas políticas.. Cuando
Picotazo se enteró, se enganchó una pistola calibre 45 que portaba, invitó a
sus compañeros periodistas, buscaron a Jáquez, lo llevaron al cuartel de ese
municipio, pero hubo que entregárselo a regañadientes.
José Guillermo Quiñones, también
redactor de su espacio noticioso, tuvo un altercado con policías en
Montecristi. Picotazo hizo lo mismo, se presentó al cuartel donde estaba y hubo
que ponerlo en libertad en las mismas condiciones.
Fue un defensor de la sociedad, de los
presos políticos, de los perseguidos, de los marginados, de los periodistas, de
los locutores y cosas de la vida, murió pobre, olvidado e implorando una
pensión. Con sus virtudes y sus defectos, fue un gran hombre.
Y ahora, después de tantos años,
quienes trabajamos con él todavía recordamos algunas de sus frases. Así, por
ejemplo, “cojollos”, una expresión de rebeldía; “Bombo”, cuando se refería al
coronel Graciano de Los Santos, otrora jefe de la Policía de Santiago; y “el
vampiro” cuando aludía a un famoso personaje reformista.
Así era Picotazo. Que en paz descanse
hermano…
No hay comentarios:
Publicar un comentario