Asaltantes del Royal Bank desafiaron
a Trujillo y actuaron estimulados por “seres” y una película de vaqueros
• Desde la izquierda, Evaristo Benzán Carmona, Cristóbal Martínez Otero, José Ulises Almonte Almonte, Luis A. Sosa, Bienvenido Pichardo Saleme, Eudes Maldonado y su hermano Manuel Maldonado Díaz.
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• Por Ramón Lora/www.ramonlora.info
SANTIAGO, República Dominicana.- Sí,
es verdad, asaltar un banco en la Era de Trujillo era más que un desafío al
Jefe y a su dictadura inclemente. Pero aquel 6 de noviembre de 1954, hace mañana 64
años; un hombre, Eudes Bruno Maldonado Díaz, creyente practicante de brujería y
devoto del “Príncipe Carmelo”, un “ser espiritual” para él; e inspirado en una
película de vaqueros que vio en un cine, decidió planificar y ejecutar, junto a
otros seis amigos, un asalto al The Royal Bank of Canadá, de origen canadiense;
que estaba ubicado en la calle Presidente Trujillo, actualmente, Calle Del Sol,
de esta urbe cibaeña.
• Eudes Maldonado |
Según el relato, Eudes preguntó en la secretaría por el señor Gerente
Luis Rodríguez Sánchez, a quien dijo:
"Vengo con órdenes superiores a realizar una investigación con carácter
oficial''. Acto seguido, el Administrador bancario se puso a la disposición
para lo que fuere necesario.
Los otros
supuestos militares eran Vinicio Disla, (de Mao); Evaristo Benzán, Cristóbal
Martínez, José Ulises Almonte Almonte, Luis Emilio Sosa, Bienvenido Pichardo,
alias (el chino) y Manuel Maldonado Díaz, este último hermano de Eudes, es
decir, los demás integrantes que sequitaban a
Eudes.
Luego de su breve conversación con el gerente, Eudes volvió al grupo, se dirigió a Vinicio Disla y le ordenó: "Entre Sargento", y éste, a su vez; le contestó, "enseguida Teniente"; y entró junto a los demás quienes se dispersaron tranquilamente en el interior aguardando la orden para actuar.
Luego de su breve conversación con el gerente, Eudes volvió al grupo, se dirigió a Vinicio Disla y le ordenó: "Entre Sargento", y éste, a su vez; le contestó, "enseguida Teniente"; y entró junto a los demás quienes se dispersaron tranquilamente en el interior aguardando la orden para actuar.
A seguidas, Eudes simulando una revisión, abrió y cerró
gavetas, tomó y entró documentos y hacía mención constantemente del Coronel
para de esta manera simular más la creencia de que eran militares. Para esa
época el Coronel de la plaza era Loduvino Fernández.
En el proceso y luego de las revisiones, Eudes ordenó al gerente que abriera la Bóveda y éste le contestó que era necesaria la presencia del subgerente-contador Julio Zeller Cocco y la del encargado de cuentas corrientes Gregorio Beltrán, pues, según dijo, ellos tenían las restantes combinaciones de la bóveda.
• Local de Royal Bank of Canada |
Luego, el personal bancario comenzó a notar ciertos
movimientos extraños y lograron darse cuenta del engaño e intentaron rebelarse
y es ahí cuando se produce un forcejeo, golpean al subgerente Zeller Cocco,
quien quedó inconsciente y abandonado en el patio de la institución; el
cobrador Francisco Persia Rodríguez y el mensajero Manuel Fernández Núñez
tuvieron la mala suerte de caer abatidos por los disparos producidos en la
escena y los restantes fueron introducidos en la bóveda y los asaltantes se
llevaron la suma de $149,268.00.
De inmediato, consumado el asalto, con un resultado de dos muertos, un herido y siete personas identificadas como Mercedes Lantigua, Juan Lorenzo Sarnelli, Dagoberto Rodríguez Camacho, George Beltrán, María Machado de Pérez y José Alfredo Victoria, encerradas en la bóveda; los asaltantes abandonaron el lugar, pero antes, Eudes, dejó una nota sobre uno de los escritorios que rezaba: "Coronel, misión cumplida", con lo que quiso implicar, tácitamente; al Coronel Loduvino Fernández, comandante de la plaza en Santiago. El carro Ford, fue conducido por José Ulises Almonte Almonte, un reconocido mecánico. En el automóvil, viajaban, además, Eudes y su hermano Manuel Maldonado Díaz, Vinicio Disla y Ramón Emilio Martínez, quienes salieron hacia Ciudad Trujillo que distaba a 170 kilómetros de Santiago en esa época.
Ciertamente, llegaron rápido a la
capital. El automovil que usaron fue preparado por Almonte y Almonte para que
desarrollara mayor velocidad. En consecuencia, llegaron en hora y media, cuando
lo normal era tres o cuatro horas, pues, la vía era muy accidentada y tenía
muchos hoyos y obstáculos.
De manera espectacular, en una hora,
a lo sumo; dejaron al personal encerrado en la bóveda, ultimaron al cobrador
Francisco Antonio Persia Rodríguez y al mensajero José Manuel Fernández Núñez porque
mantuvieron siempre la vista fija en los rostros de los asaltantes y podían
reconocerlos posteriormente. El cadáver de Núñez fue encontrado en un armario
destinado a guardar papeles. Fue golpeado y estrangulado por los asaltantes,
que hicieron lo mismo a Persia Rodríguez, en el interior de un baño.
Que “dijeron los seres” a Eudes
Ejecutado el asalto, se marcharon
para Ciudad Trujillo y no fueron molestados
en los puestos de chequeos los cuales estaban a cargo del Ejército. En el
juicio que se les siguió, Eudes, reveló,
que "los seres" le habían dicho que no tendrían problemas con los
registros, pero que fracasarían sí había
sangre.
Eudes, ante los jueces, dijo que creía
en la hechicería y que siempre se asesoraba de "los seres espirituales"
antes de ejecutar una acción peligrosa. Y sobre el asalto, agregó, que “El
Príncipe Carmelo” se le “montó” y le dijo que todo saldría bien, excepto que
hubiera sangre. El le prometió que no habría sangre, pero ocurrió lo contrario.
Según el expediente judicial, Eudes
reveló que en el asalto "no hubo jefe. Y añadió: “El “ser” nos habló a
todos y todos nos confiamos las confidencias". “La inspiración para cometer el asalto surgió luego de ver una película de
vaqueros en un cine, en la cual varios hombres asaltaban un banco”, agregó.
En relación al cobrador Fernández
Núñez, dijo que hubo que matarlo porque lo reconoció; y al mensajero Persia
porque tuvo la mala suerte de llegar en el preciso momento en que el grupo se
disponía a abandonar el banco.
Sobre las armas utilizadas en el asalto, se demostró ante el tribunal, que pertenecían a dos agentes policiales asesinados en octubre, un mes antes del asalto. Uno de ellos, era casi vecino de Eudes.
Sobre las armas utilizadas en el asalto, se demostró ante el tribunal, que pertenecían a dos agentes policiales asesinados en octubre, un mes antes del asalto. Uno de ellos, era casi vecino de Eudes.
Para mayor seguridad, Eudes dispuso,
al llegar a la capital, que el dinero fuera guardado en diferentes lugares. Una
parte en la calle José Martí número 271;
otra en la calle Francisco Henríquez y Carvajal número 143, donde vivía; y el
resto en la calle María Montez 175, en la cual residía Cristóbal Martínez Otero.
Como fueron descubiertos
Para su desgracia, cuando Eudes y su
grupo llegaron al banco, un vendedor de billetes le ofreció en venta uno que
coincidía plenamente con la placa del carro en que llegaron, lo cual molestó
muchísimo a Eudes, pero no hubo consecuencias. Luego, ese billetero aportaría
el dato a las autoridades.
Ante el desafío y la gravedad del
hecho, el dictador Rafael Leonidas Trujillo Molina se puso personalmente al frente de las
investigaciones y trascendió que la noche del asalto estuvo hasta la madrugada
en su despacho del Palacio Nacional y se movilizaron todos los organismos de
inteligencia y de seguridad del Estado.
Esto permitió conseguir otra pista sobre el hecho. El raso de la policía
de tránsito Simón Tadeo Guerrero González, estaba de servicio cuando pasó el
carro por la otrora avenida Gefrard, actual Abraham Lincoln, a esquina George
Washington.
Al respecto, Tadeo Guerrero diría
luego que el auto era conducido por una persona con camisa negra y de cuello
alto, por lo que creyó que era algún sacerdote en apuros, razón por lo cual no
lo detuvo, pero al enterarse del asalto, comunicó a sus superiores tales datos,
incluido el número de la placa del carro, que era 3331.
Más apresados
Más apresados
Luego de pesquisas y persecuciones,
finalmente; ya el domingo, al día siguiente del asalto, específicamente a la
1:30 de la madrugada; los asaltantes estaban presos. Seis fueron detenidos en
la capital y Pichardo Saleme, (alias El Chino), en San Pedro de Macorís.
Se dice que Manuel Vinicio Maldonado Díaz, “hermano de crianza” de Eudes, a quien los padres de Eudes les habían dado los dos apellidos; fue el delator de los demás porque entendió que si cooperaba con las autoridades le iría bien, una verdadera ingenuidad en una dictadura. La primera vivienda en ser allanada fue la del chofer Ulises Almonte y Almonte, en la calle José Martí 271, donde también fue detenido Vinicio Maldonado Díaz, en el momento en que se bañaba.
Se dice que Manuel Vinicio Maldonado Díaz, “hermano de crianza” de Eudes, a quien los padres de Eudes les habían dado los dos apellidos; fue el delator de los demás porque entendió que si cooperaba con las autoridades le iría bien, una verdadera ingenuidad en una dictadura. La primera vivienda en ser allanada fue la del chofer Ulises Almonte y Almonte, en la calle José Martí 271, donde también fue detenido Vinicio Maldonado Díaz, en el momento en que se bañaba.
Es oportuno recordar que el proceso
judicial se inició en Santiago el 9 de noviembre, es decir tres días después. En
vista de que los acusados dijeron no tener dinero para pagar abogados que les
defendieran, se les asignó un abogado de oficio, el doctor Orlando Cruz
Francisco.
Otros implicados
Según las investigaciones, otras personas
estarían implicadas en el asalto a quienes se les asignó como abogado defensor
al licenciado Juan Tomas Mejía Feliú quien ostentó la representación de Modesta
Báez de Almonte, esposa de José Ulises Almonte Almonte; y de Horacio Nelson
Maldonado Díaz, Franklin Christopher Peña y Ricardo Christopher Peña. Asimismo,
el jurista Héctor Barón Goico, asistió a Luís María Torres, Miguel Olavarrieta,
María Marina y Normanda Maldonado Díaz, estas últimas hermanas de Eudes. La
acusación que pesaba contra las mujeres era porque alegadamente vigilaban las actividades
del banco para informar con un silbato a los asaltantes, en caso de que se
presentaran inconvenientes.
A petición del fiscal Joaquín
Santaella, Luís Manuel Torres Peña, fue descargado por insuficiencia de
pruebas, pues solamente prestó su carro sin saber que sería utilizado en el
asalto. También fue descargada por el mismo motivo María Modesta Báez de
Almonte. El público que abarrotaba el tribunal prorrumpió en aplausos al oír la
decisión. Ese mismo fiscal fue quien solicitó que los asaltantes fueran
condenados a 30 años de prisión.
Este acontecimiento estaba latente
entre los dominicanos, especialmente entre los santiagueros, quienes acudían
masivamente al Palacio de Justicia que estaba ubicado en el centro de la
ciudad. Incluso, se recuerdan algunas expresiones de ciudadanos después de la
condena, entre ellas, “ Viva Trujillo”, “Que gobiernazo tenemos”...
Las condenas y la Ley de Fuga
La sentencia condenatoria fue dictada
la madrugada del martes 14 de diciembre de 1954. El juez Nicomedes de León
condenó a 20 años de prisión a Ramón Maldonado Díaz, José López, Félix Rolando
Maldonado Díaz y Luz Filomena Taveras Ventura. Eudes y los demás asaltantes
directos fueron condenados a 30 años de prisión.
Con gran habilidad, Trujillo conmutó la pena a los acusados. Sin embargo, el 15 de diciembre de 1954, un día después de la sentencia, los condenados fueron llevados a realizar labores de chapeo o trabajos públicos al sitio denominado Los Platanitos o Ensanche San Rafael, cerca del Estadio Cibao y según se publicó en aquel entonces, fueron ultimados cuando trataron de fugarse.
Con gran habilidad, Trujillo conmutó la pena a los acusados. Sin embargo, el 15 de diciembre de 1954, un día después de la sentencia, los condenados fueron llevados a realizar labores de chapeo o trabajos públicos al sitio denominado Los Platanitos o Ensanche San Rafael, cerca del Estadio Cibao y según se publicó en aquel entonces, fueron ultimados cuando trataron de fugarse.
Posteriormente, los siete cadáveres
fueron sepultados en el Cementerio de la calle 30 de Marzo de Santiago, donde
aún permanecen y para intimidar y dar “un ejemplo”, las autoridades convocaron
a los ciudadanos a observar a los muertos dispersos en el área.
Apresan al coronel Loduvino Fernández
En
lo que se ha estimado como una “jugada maestra de Trujillo”, para simular que
no había dado la orden del fusilamiento de los asaltantes, de inmediato, el jefe de la plaza
militar, el coronel Ludovino Fernández fue requerido desde Santo Domingo y en
horas de la tarde fue enviado bajo arresto y degradado a Santiago, para ser
juzgado por el crimen cometido.
Más
aún, el coronel Fernández fue puesto a disposición de la Justicia por el propio
Trujillo, a pesar de que la Junta Investigadora recomendara que lo juzgara un
Consejo de Guerra. Sin embargo, el 10 de enero de 1955, recuperó su libertad al
ser "absuelto" por la justicia. El tribunal dictaminó que no se
demostró que el acusado participara "ni directa ni indirectamente" en
los hechos que motivaron su sometimiento a la Justicia. También fue investigado
por la nota que dejó Eudes en el escritorio del banco y por las constantes
menciones que hacía del coronel.
Asimismo,
el jefe del Ejército, mayor general Virgilio García Trujillo, fue degradado a
general de brigada “porque en su calidad de Jefe de Estado Mayor del Ejército
no tomó “medidas adecuadas de previsión”, dirigidas a evitar el fusilamiento de
los presos.
En
otro acto de ficticia sensibilidad, Trujillo también ordenó la entrega de un
cheque de mil pesos a Giselda y a Romalda Maldonado Díaz, hermanas de Eudes,
quienes supuestamente le habrían escrito una carta manifestándole su
conformidad con la decisión del tribunal que condenó a sus hermanos.
Como era Eudes Maldonado
El periódico El Caribe lo describió, en
aquel momento, como un hombre "esbelto, de porte elegante, facciones
finas, labios enérgicos y ojos pequeños, vivaces y escrutadores". Según el
mismo periódico, Eudes miraba al público congregado en el tribunal "con
indiferencia y con cierto aire de arrogancia", aunque después se mostró
sumiso y respetuoso ante el tribunal.
La represión contra los familiares de Eudes
La represión contra los familiares de
Eudes, principalmente, por parte de la dictadura fue terrible. Muchos
santiagueros recuerdan que se estableció “un cerco militar” en la residencia de
los padres de Eudes, ubicada en la parte bajada de la ciudad de Santiago.
La
situación era tal, que no permitían el paso de nadie, incluso de los familiares
del padre de Eudes, Ramón Emilio Maldonado, que se encontraba agonizando en
cama de muerte y falleció días después.
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Sobre el Licenciado Ramón Lora, autor de éste reportaje.-Abogado,
Notario, Periodista, Publicista. Fue jefe de redacción en Santiago de los
periódicos El Siglo, la Información, El Caribe-CDN-Canal 37 y el Canal 7 Cibao.
Asimismo, reportero-redactor de 30 medios de comunicación, escritos y
electrónicos; nacionales y extranjeros. Es autor de cuatro libros, que son los
siguientes: Leyes que Regulan el Ejercicio del Periodismo en la República
Dominicana, Origen y Evolución de la Libertad de Expresión, Diseños y
Producción de Periódicos y Anécdotas de Periodistas y Abogados de Santiago.
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